En semifinales hubo de enfrentarse nuevamente a la potente selección soviética, la otra gran favorita: su título y un subcampeonato en Europa, así como las semifinales en el Mundial disputado dos años atrás en Inglaterra, le avalaban. Dino Zoff, que fue elegido como el mejor jugador del campeonato, mantuvo su portería imbatida durante los 120 minutos reglamentarios, después de la prórroga, lo que hizo que quedase en manos del azar ver qué selección accedía a la gran final de Roma, ya que en esa época no habían sido estipulados oficialmente los lanzamientos de penalti para decidir las clasificaciones igualadas.