Israel, por tanto, debe ser habitado mayormente por judíos, de modo que haya en él muy pocos no judíos. En el memorándum se proponía aprovechar la inesperada huida masiva de los árabes para establecer rápidamente población judía, de modo que al finalizar la guerra, la población árabe fuera mínima. El memorándum fue aprobado por Ben-Gurión, con la única indicación de que primero deberían ocuparse de la destrucción, asentamiento judío y evitar cultivos.