El gol es recordado como uno de los mejores goles marcados en una final de Copa del Rey. La final se disputó el sábado 26 de junio de 1999 en el Estadio Olímpico de La Cartuja de Sevilla contra un Atlético de Madrid que hizo una mala temporada pero tuvo un camino más plácido en Copa. Se celebró por todo lo alto, pero solo diez minutos después llegaría una histórica obra de arte en forma del segundo gol valencianista, esta vez anotado por Gaizka Mendieta a centro de Adrian Ilie, controlando el balón con el pecho y haciéndose un autopase de espaldas por encima de los defensores colchoneros quedándose así solo delante de Molina y disparando sin dejar caer el balón al suelo.